En un día como hoy, tenía uno ganas de hablar sobre el lamentable ambiente que, una vez más, envuelve a la Selección Española de fútbol o del maravilloso debut de Pau Gasol con los Lakers. Pero, nuevamente, la actualidad me sobrepasa y hay cosas que creo que no debo callarme. O sea, que vamos allá: Gran revuelo han causado unas manifestaciones del ¿director deportivo? del Atlético de Madrid, García Pitarch, en el diario Marca en las que venía a decir que "Agüero estará aquí el tiempo que quiera o lo que los grandes nos dejen”. Y no voy a decir yo que no me indignen esas manifestaciones pero lo cierto es que, desgraciadamente, no me sorprenden.
Ya hablé en su momento de lo que me parecía la cláusula de Agüero y ya reflejé en su momento otra entrevista con este individuo (el ínclito Pitarch, se entiende) en la que decía que "si se vendía al Kun se habría hecho un buen negocio".
Aquí hay dos cuestiones básicas que analizar. La primera: la política de cláusulas de rescisión del Club Atlético de Madrid. La de Fernando Torres siempre estuvo en 90 millones de € y justo el año antes de venderlo, con la renovación de su contrato, se le baja a 40 millones de €, algo muy asequible a bastantes clubes. (Por cierto, que pocos meses antes de su venta, también preparó Pitarch el camino: "Me parece increíble que haya durado tanto aquí". ¿Coincidencia?). En el caso de Agüero, se le ficha por 23 y se le pone un cláusula de 36 millones. Incomprensible. Pero cuando el jugador empieza a demostrar en Europa que como él hay muy pocos y empieza a despertar el interés de los grandes de Europa, se le sube la claúsula ¡a 55! Más incomprensible aún. 55 millones es un dinero al alcance de varios clubes de Europa. ¿Por qué no ponen unas cláusulas de 150 o 200 millones de € que disuadan a cualquiera? Pues muy sencillo: porque estos golfos no ponen cláusulas, ponen precios de venta. Cuando ven un buen negocio con cualquier jugador, lo colocan en el escaparate, cual si de El Corte Inglés se tratase.
Y la segunda cuestión en la que cabría detenerse es aquello de " ... o lo que los grandes nos dejen". Nuestro propio director deportivo, al igual que antes el presidente o el consejero delegado, ninguneándonos y sin considerarnos un grande. Lo triste es que tienen razón. Podremos ganar otra Liga, clasificarnos para Champions, ganar la UEFA este año ... lo que sea. Pero mientras éstos nos dirigan, jamás volveremos a ser un grande. Y, partiendo de esta base, todos los demás planteamientos tienen poco sentido.
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