
Por Tapadillo
Magnífica la Champions del Liverpool esta temporada. Teniendo en cuenta el juego, los resultados, y la talla de los rivales (se han topado con los cruces más complicados en todas las fases), creo que es el mejor equipo del torneo; pero, por desgracia, no recibirá reconocimiento.
Me sorprende la mala fama que tiene el club entre los españoles, que lo consideran un equipo vulgar y mezquino, una versión hispanoinglesa del catenaccio italiano. Como leí alguna vez en un blog argentino, sobre los nominados al Balón de Oro: "Gerrard es el que más me gusta; pero nunca se lo darán, simplemente porque es del Liverpool" (¿Cómo es posible que no recibiera ningún reconocimiento en el 2005?)Y esto hace más amarga la derrota. Tanto luchar, para morir en la orilla. En cambio, otros equipos triunfan sin haber gastado tanto esfuerzo, ilusión y talento. El Chelsea, por ejemplo, ha sido el gran tapado de este año: en toda la temporada ha sido favorito para llevarse la Champions o la Premier, y ahora, a última hora, está disputándoselos al Manchester. En cambio, el Arsenal, con sus jugadores jóvenes, y su fútbol total y preciosista; y el Liverpool, con toda su garra y su magia, cierran la temporada sin ningún premio, después de haber tocado la gloria con la punta de los dedos.
El partido se empezó a perder en Anfield. Se sabía que era prácticamente imposible remontar ningún resultado negativo en Stamford Bridge. Pero estaba de Dios que el Liverpool se quedara a las puertas. Ese disparo imposible de Gerrard, que detuvo Cech; esas tres oportunidades de Torres, que se desperdiciaron por tonterías; esos cinco minutos excesivos, que añadieron al descuento; y ese gol en propia puerta, en el último segundo... Y luego no querrán que hablemos de la maldición de Antena 3. Con todo, El Liverpool estuvo a punto de romper sus maldiciones en Stamford Bridge. Cuando vi que Torres marcaba en Londres, y que forzaba la prórroga, creí que el milagro era todavía posible... Era como si el fútbol, después de todo, quisiera que el Liverpool tuviera una eliminación honrosa.

Me sorprende la mala fama que tiene el club entre los españoles, que lo consideran un equipo vulgar y mezquino, una versión hispanoinglesa del catenaccio italiano. Como leí alguna vez en un blog argentino, sobre los nominados al Balón de Oro: "Gerrard es el que más me gusta; pero nunca se lo darán, simplemente porque es del Liverpool" (¿Cómo es posible que no recibiera ningún reconocimiento en el 2005?)Y esto hace más amarga la derrota. Tanto luchar, para morir en la orilla. En cambio, otros equipos triunfan sin haber gastado tanto esfuerzo, ilusión y talento. El Chelsea, por ejemplo, ha sido el gran tapado de este año: en toda la temporada ha sido favorito para llevarse la Champions o la Premier, y ahora, a última hora, está disputándoselos al Manchester. En cambio, el Arsenal, con sus jugadores jóvenes, y su fútbol total y preciosista; y el Liverpool, con toda su garra y su magia, cierran la temporada sin ningún premio, después de haber tocado la gloria con la punta de los dedos.
El partido se empezó a perder en Anfield. Se sabía que era prácticamente imposible remontar ningún resultado negativo en Stamford Bridge. Pero estaba de Dios que el Liverpool se quedara a las puertas. Ese disparo imposible de Gerrard, que detuvo Cech; esas tres oportunidades de Torres, que se desperdiciaron por tonterías; esos cinco minutos excesivos, que añadieron al descuento; y ese gol en propia puerta, en el último segundo... Y luego no querrán que hablemos de la maldición de Antena 3. Con todo, El Liverpool estuvo a punto de romper sus maldiciones en Stamford Bridge. Cuando vi que Torres marcaba en Londres, y que forzaba la prórroga, creí que el milagro era todavía posible... Era como si el fútbol, después de todo, quisiera que el Liverpool tuviera una eliminación honrosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario