martes, 8 de julio de 2008

6 españoles en el 11 de FIFA

Seis españoles en el once ideal de la FIFA

España está de moda y el tiqui-taca también. Más de la mitad del equipo soñado por los internautas de la FIFA en las cuatro versiones (español, inglés, alemán y francés) de su web militan en la Roja. Además, la Selección ya es la preferida por delante de Brasil y Argentina.

Noticia de AS
España sigue de enhorabuena. Ahora ha sido la web de la FIFA la que reconoce a seis españoles en el equipo ideal de la Eurocopa. Iker Casillas, Sergio Ramos, Puyol, Senna, Xavi y Villa están entre los once mejores según las votaciones de los internautas de los cinco continentes. Además, para mayor mérito, FIFA.com realizó la consulta en sus cuatro idiomas oficiales: inglés, francés, alemán y español.

En el equipo ideal figuran junto a los españoles dos madridistas: el portugués Pepe y el holandés Sneijder. Los otros puestos son para el ruso Arshavin y para los alemanes Ballack y Lahm, este último pese a que Torres le ganó el balón más importante del torneo, el que valió el gol de la victoria de España en la final.

El éxito en la Eurocopa le ha valido a la Selección el reconocimiento global, tanto en lo colectivo como en lo individual. España ya es favorita para dominar el ránking FIFA hasta el Mundial de Suráfrica, en 2010 por delante de selecciones como Brasil y Argentina. Xavi fue elegido mejor futbolista de la Eurocopa, Torres mejor jugador de la final y Villa acabó como máximo goleador. Además toma cuerpo la candidatura de Iker Casillas para el Balón de Oro de France Football, según las fuentes de toda solvencia consultadas por AS.

No sólo Europa, sino el mundo entero se ha rendido al poderío de España. La exhibición de la Roja en la Eurocopa no ha pasado inadvertida y hasta el seleccionador de Brasil, Dunga, afirmó ayer que "el fútbol que hizo España en el Europeo merecía el éxito final. Ganó la copa la selección que más la mereció".

Los jugadores de la selección olímpica italiana (el fútbol español no se clasificó para Pekín) también han tomado como modelo a la Selección. "Ojalá que en los Juegos Olímpicos se vea un fútbol moderno y ofensivo, que es la tendencia que ha marcado España en la Eurocopa", dijo Rocchi, el delantero del Lazio.

Los seis jugadores españoles elegidos por los internautas han barrido en las votaciones. Tanto que lideraron las votaciones en todas las versiones (española, francesa, inglesa y alemana) de la web de la FIFA. Eso demuestra que su liderazgo es indiscutible en los cuatro puntos cardinales, en todo el mundo. Además de los seis españoles (Iker Casillas, Sergio Ramos, Puyol, Senna, Xavi y Villa) sólo un país, Alemania, con dos y a mucha distancia, aporta más de un futbolista al equipo ideal. El Real Madrid, con cuatro jugadores, es el equipo que domina en el equipo de la FIFA.

Torres, en puertas. Pero no sólo los seis jugadores que figuran en el once ideal aparecen entre los destacados. Torres es a poca distancia de Villa el siguiente más votado para el puesto de delantero centro. Silva ha quedado muy cerca del ruso Arshavin, que deslumbró ante Holanda pero que no ha sido tan importante para su selección como el jugador del Valencia para España.

La Selección está de moda. Y el tiqui-taca, también. Los colegas ingleses, italianos y alemanes ya emplean el término con soltura, aunque aún no aciertan con la pronunciación "pero hasta el Mundial de Suráfrica tenemos tiempo para aprenderlo, porque esto no ha hecho más que empezar", dijo Bruno Longhi, de Canale 5 Italia a este periódico.

"Sólo se podía ganar a España si eras perfecto"
Michael Ballack afirmó que Alemania "sólo" hubiera podido batir a España "en una tarde excepcional". Ballack, en una entrevista que publica el diario Bild, lamentó que su equipo no exhibiera su mejor juego en la final ante España, al tiempo que reconoció la superioridad de nuestra Selección: "Sólo hubiéramos podido ganar a España en una tarde excepcional, que lamentablemente no tuvimos", admitió tras señalar que su equipo llegó a la final "con las baterías descargadas". Preguntado por lo que sintió mientras Iker Casillas levantaba el trofeo, Ballack admitió haber evitado ese momento, ya que "es algo siempre decepcionante".

3 comentarios:

de tapadillo dijo...

Una preguntilla, ¿Alguien sabe cómo se calcula la velocidad de los jugadores para hacer las estadísticas? Es que esta mañana, leyendo el Marca, me ha sorprendido ver que Torres ni siquiera está entre los cinco más rápidos. ¿Hacen media entre la distancia que corren y los minutos jugados? También es verdad que Torres se impone a sus rivales no sólo por velocidad, sino por fuerza y potencia; pero me resulta extraño no verlo entre los más rápidos...

Las únicas estadísticas en las que destaca es en la de remates y la de balones perdidos... El pobre no llegó a la Eurocopa en su mejor momento. Pero aún así, el fútbol hizo justicia, y le reservó el momento de gloria en la final.

indi dijo...

Que hizo Ramos que no hiciera Torres para estar en esta lista? No digo que Fernando cuajase una espectacular Eurocopa, menos mal que metió el "gol de la gloria" si no lo lleva la prensa a los leones. Pregunto por la Eurocopa de Ramos...Ballack ( el gol de falta) Ramos junto a Capdevila los más flojitos del equipo titular, Lahm ( que le pregunten por un tal Fernando) Sneijder y Arshavin ( se lucieron en cuartos) etc... ya no por Torres... y David Silva??

de tapadillo dijo...

Un análisis interesante del juego de España en la Eurocopa. Me gusta, porque el autor se fija en detalles en los que a lo mejor no reparan tanto otros análisis, como el complemento entre los bajitos jugones y otros jugadores más atléticos, o el papel de los laterales y los delanteros en las bandas. No entiendo por qué es tan severo con esas celebraciones tan locas, quizás es un poco negativo con Torres (TGDOR, el autor es un bloguero de Señales de Humo, Severino Lorences. Lo digo porque al final se mete con el Madrid...):


Complejo superado


Esta vez ganó España; hace cuatro años el campeón fue Grecia. El triunfo de los helenos no acabó con el fútbol, pese a los desgarradores y funestos vaticinios; previsiblemente el de nuestra selección tampoco inaugurará la era del tiqui-taca, ni los chavales que van para jockeys decidirán a última hora cambiar la fusta y la visera por el balón de reglamento.



Un detalle sobre el que me gustaría llamar la atención. De los cuartofinalistas que vencieron en los dos primeros partidos y se ahorraron los titulares en el tercero, sólo sobrevivió España, que cedió un empate en esa ronda y tuvo que encomendarse a los penaltis frente a los azzurri. Portugal, Croacia y Holanda mordieron el polvo contra todo pronóstico (habían sido mejores y estaban más descansados). ¿Exceso de confianza? No lo creo. Me pregunto si en este tipo de competición, que comprime seis partidos en 20 días, una semana de asueto no se traducirá en una pérdida del ritmo, en un sutil relajamiento o pereza. Las desventajas de alinear a los titulares en un encuentro que nada decide son evidentes: el riesgo de sanciones o lesiones, la fatiga de los titulares, el desencanto y la falta de acoplamiento de los suplentes. Pero si uno fuera seleccionador, miraría ese tercer match como una tregua tramposa.



Luis siempre estuvo por encima de su palmarés. Como futbolista pudo y debió conseguir más títulos, pero no militaba precisamente en el super-protegido y multi-ayudado Real Madrid.(Tampoco necesito recordar aquella final ganada del Heysel que se empató in extremis y después se perdió.) Como entrenador, el destino no lo trató de un modo muy diferente. En calidad de míster, fue campeón con el Atlético (de liga y copa) y con el Barça (de copa), pero se quedó varias veces con la miel en los labios (de nuevo el Atleti, el Valencia...). Le tocó en suerte dirigir a un Barcelona en fase autodestructiva y a varios equipos del montón. (Y no se le cayeron los anillos por entrenar en Segunda al peor y más risible de todos ellos.) Sin embargo, ahora tiene algo que los demás no tienen, con la excepción aseguran del finado Villalonga. Aunque habría que preguntarse si se trata del mismo torneo. ¿Qué era en el 64 la Copa de Europa de selecciones nacionales? Una niña balbuceante; hoy es una hembra muy apetecible.



No obstante, Luis, que ha acertado en lo deportivo, ha fallado como hombre público. Ha mostrado una piel demasiado delicada; ha dado muestras de debilidad. Hombre de otra generación, estaba acostumbrado a cierta cantidad de fama, pero el puesto de seleccionador es el más visible del deporte en nuestro país, el más visible y el más abrasivo. Cierto: el botarate de Villar fichó un nosequé y contrató o apalabró a otro coach sin ningún disimulo, a instancias de los botarates de la prensa deportiva de Madrid, que trabajaron a Aragonés para que renunciara, sobre todo desde que cometiese el enorme delito de prescindir de Raúl (temían vender menos periódicos si el capitán del Real Madrid no participaba en la conquista del vellocino de oro), circunstancias todas como para exasperar a cualquiera. Pero Luis no es cualquiera y no debió permitirse multitud de exabruptos y salidas de tono.



Ignoro por qué hemos llegado a convenir que hacer el imbécil es conducirse de un modo fresco y espontáneo, y me asombra que tanta gente les ría a los jugadores el estúpido y vocinglero karaoke que pone desdichado colofón a los éxitos deportivos. Cada vez detesta uno más las celebraciones dentro y fuera del campo, las gansadas y horteradas inherentes a la victoria (por no hablar de los disturbios que jalonan estos fastos), como si vencer extendiera al elegido de los dioses un vale para conducirse no ya como un niño malcriado sino como un mono sin adiestrar.



Aunque los peores no son los profesionales sino los hooligans que desinforman. Me pregunto qué les pasará por dentro o qué tendrán en el interior del cráneo los locutores radio-afónicos que ya sólo oscilan entre la barbaridad y el mero aullido. (Por suerte, es inútil seguir extendiendo la mantequilla del triunfo; la rebanada no da más de sí. Se acabó, señores. El campeón ya lo ha sido. Váyanse a dormirla enhorabuena.)



Capítulo aparte merecen los analistas. Uno de esos asuntos que prueban que algo anda definitivamente mal en las cabezas de los periodistas deportivos es la falsa disyuntiva de si es preferible jugar bien o ganar, que han vuelto a traer a colación para darla por resuelta de una vez por todas. (De un tiempo a esta parte se había puesto de moda otra bobada. ¿Usted es partidario del juego directo o del juego indirecto? Dan unas irreprimibles ganas de responder: "Yo, oiga, prefiero el juego circunstancial".) Durante el campeonato, los comentaristas aprensivos rezongaban: "Sí, España está jugando muy bien, pero al final vendrán Italia o Alemania y …", porque son los partidarios del fútbol arte los que lo juzgan inadecuado para triunfar. Ya expliqué el asunto en mi libro "El Rojo y el Blanco", que o fue poco leído o fue leído sin ningún provecho. Que el equipo que juega mejor no siempre gane no significa que jugar mal otorgue más probabilidades de victoria. Italia y Alemania no ganan (cuando ganan, que también pierden) porque jueguen mal. Lo que ocurre es que jugar bien no consiste sólo en pasarse con rapidez y precisión el esférico. Todo jugar bien es descomponible en multitud de factores primos. El fútbol es un multifacético deporte colectivo de ataque y defensa. (Por ejemplo, un conjunto que no sabe defenderse acaba por no saber atacar y viceversa.) Para aspirar al éxito, hay que reunir y compaginar las características físicas, técnicas y anímicas de 22 ó 23 jugadores. Tampoco hay un modo de ganar feo frente a un modo de ganar bello, entiéndase bien, no lo hay "a priori". El buen fútbol produce siempre placer estético, pero nadie puede garantizarlo, porque no está en su mano cumplir esa promesa, mientras haya un rival enfrente digno de tal nombre; ni mucho menos puede jactarse de que renuncia a una manera de ganar (fea) para abrazar otra (linda) –¿quién va tan sobrado?–. Además, ¿qué significa jugar bien? Sólo esto: jugar mejor que el oponente. (El Madrid de la Quinta del Buitre sobresalía contra los pequeños de la liga española –era un conjunto mataenanos– y no daba pie con bola ante el Milán de Sacchi.)



España no tiene ningún crack superlativo, pero posee jugadores de muy buen nivel; varios de ellos rozan el estrellato y, al ser jóvenes, disponen aún de margen para la mejora. Durante el torneo recién concluido mostró (por comparación con sus adversarios) las siguientes virtudes: fue capaz de tejer un juego fluido, pero también de especular con el balón en los pies; atacó con bastante solvencia y contraatacó con eficacia. Fue sólida atrás y tácticamente lista; defendió sin apenas faltas y las raras veces en que no dominó la pelota, no se descompuso. (La dura prueba de Italia la pasó con nota porque fue capaz de jugar a ratos como España y a ratos como la propia Italia. Cuando no había un plan mejor, supo resistir contra los más resistentes.). Nuestros jugones del medio del campo, a los que sólo falta para ser grandes figuras algo de estatura y de peso (sin merma, claro, de su proverbial agilidad) recibieron el complemento de futbolistas de excelente condición atlética (Casillas, Ramos, Pujol, Senna, Torres…), que tampoco son unos zoquetes. ¿Echó alguien de menos a los extremos? No, porque abrieron el campo y los laterales y los delanteros. Tanto los integrantes del combinado nacional que tuvieron una temporada feliz (los jugadores del Villarreal ), como los que la tuvieron desdichada (los del Barcelona y Valencia) o simplemente cumplieron (los del Liverpool) alcanzaron un buen nivel (excelente por partidos). España no tuvo un salvador especial, sino varios campeones improvisados.



Pero éstas no son las virtudes de la España de siempre, sino las de este combinado singular que preparó Luis, un cuadro en el que sobresalió el extranjero Marcos Senna, el mediocentro ante el Altísimo. (Un buen mediocentro abrocha la defensa por delante y la medular por detrás, quita, pasa y chuta. Senna destacó en todas esas facetas.)



Cuando prevaleció Grecia no se dijo (o se dijo poco) que la forma no es sustituible por el talento o por la combatividad y el carácter. Muchos de aquellos jugadores por los que nadie daba un duro llegaron a Portugal enteros y perfectamente compenetrados, lo que les permitió suplir su relativa escasez de clase individual. Para ilustrar la importancia que tiene la forma, pensemos en Cristiano Ronaldo y en Torres (sobresalientes en la Premier y en la Champions). Ninguno de los dos tuvo una actuación destacadísima en esta Eurocopa. Y es hasta cierto punto lógico. Para Torres éste habrá sido un año muy especial. Cambió el Atleti por el Liverpool, la Liga por la Premier. Llegó a un país de idioma distinto y ritos diferentes, con la obligación de hacerse un nombre y con la responsabilidad de rematar el juego de los Reds, uno de los clubes más prestigiosos del fútbol continental. Y las cosas le salieron a pedir de boca. Demasiadas emociones. El desgaste de Ronaldo fue de otra naturaleza: lo jugó todo y lo ganó todo; no quería competir más. Su cuerpo o su espíritu (quizá ambos) habían dicho ‘basta’.



Por suerte, España tuvo bastantes hombres en forma. Incluso Torres se desquitó en la final, como algunos intuíamos o deseábamos, aunque sigo sin comprender (o sin admitir) por qué se la va el balón de los pies sin que nadie le entre, porque alterna controles magníficos con otros deplorables, etc. (Tampoco lo entiende Luis, cuyos enfados con Torres provienen de esta circunstancia.)

En resumen: el campeonato en el que España se sacudió vigorosamente el sambenito de perdedora no demostró que el talento puede vivir sin el músculo. (Lo he contado en más de una ocasión: una vez le invitaron a Di Stéfano a que se definiera como futbolista. "Decían de mí que tenía velocidad y aguante", explicó reticente la "Saeta Rubia". Y no hace mucho hemos oído a Maradona afirmar: "No me extraña que Agüero triunfe: tiene la pierna fuerte". Sin esa velocidad y aguante y sin esa pierna fuerte, Di Stéfano, Maradona y Agüero habrían sido unos futbolistas astutos y habilidosos, pero no los grandes cracks que fueron o prometen ser.) Pero quizá si demostró otra cosa. En el fondo, todos esos años de fiascos eran una anomalía, propiciada acaso por el pobre argumento de nuestro fútbol, que vive de las gestas rutinarias (y no en escasa medida fabricadas) del eterno campeón o de su rival alternativo, el otro club poderoso. Y Luis y los jugadores la solucionaron de un modo convincente: no ya cumpliendo sino ganando. Sí, quizá el 29 de junio, la selección española hizo mucho más que vencer en un gran campeonato, pues se quitó de encima el complejo Real Madrid, que la empequeñecía injustamente.