miércoles, 22 de octubre de 2008

Siempre puede ser jamás



Una ilusión hecha añicos


Antonio Sanz (artículo publicado en el Público y en el blog Mata- dor)
Para empezar les recomiendo una fantástica novela. Seguro que les aportará más que este relato. Se trata de contar por qué ‘La elegancia del erizo’ transmite tanto ingenio como su autora, Barbery. Desde su lectura, considero que es posible convertir siempre en jamás. Quizá por eso me tomo con optimismo la ausencia de Fernando Torres en el Atleti-Liverpool. Pese a que la afición rojiblanca tenía preparada una fiesta para devolver mucho a quien ha dado tanto por la institución. Porque no se engañen. Más de diez mil atléticos de toda España compraron su entrada para agradecer en mayúsculas el arrojo mostrado por un tímido muchacho que buscó reconquistar la historia en rojo y blanco. Quizá porque se marchó sin poder despedirse. Quizá porque, como nunca pensó marcharse, el sorteo de la Champions le otorgaba la oportunidad de sacarse una espina que clava como flecha envenenada en su esbelta figura. Por todo esto, el partido era apasionante y para no perdérselo. Era un torrente de deseos y de esperanzas que hoy queda sucio por una traidora e inesperada lesión. Casi tres semanas de reflexión ante noventa minutos de desconsuelo. No importa. Un siempre en el jamás y algún día jugará la Champions en el Calderón…le deseo.

Por teléfono le comuniqué el emparejamiento a Torres. Por circunstancias aéreas, no estaba con él. Margarita Garay, el pulmón de Bahía Internacional, me lo pasó. “Cuéntame el sorteo”, me pide ante la imposibilidad de seguirlo. Media hora más tarde, sale la dichosa bola. Antes, dos llamadas: “Marsella y PSV”, le apunto. “¿Y el Atleti?”, me cuestiona. “Aún nada”, le apremio. Y sale el Atleti. Petón lo celebra mientras mi angustia crece por un momento. “¿Se lo has dicho ya a Fernando?”, me reclama quien considera que el destino ha vuelto a tomar justo partido. “Aún no, me estoy reponiendo”, le contesto. “No seas blando y díselo ya. A él le va a encantar”, sentencia Martín Otín. No lo tengo tan claro, medito. Marco el número y suena. No contesta. Llamo al de Margarita. Lo mismo. Petón es un martillo: “¿Lo sabe?”. No, aún no, grito sin escucharme. El teléfono comienza a hervir: el Txoko: -“lo sabía”, exclama-, Bonilla, Romero, Álvaro, el ‘Gafas’, Matallanas, Perfe, Duro, Félix…me llama hasta Paloma. Y llega su turno. El Atleti, titubeo. “¿En serio?”, me suelta. No bromeo, le respondo, porque no me hace ninguna gracia. “Bueno, pues os vamos a ganar”, me salpica con ironía y con garbo quien ha defendido la camiseta del Atleti en casi 250 partidos anotando casi un centenar de goles en encuentros oficiales. Me vacila quien es más atlético que el oso del madroño. Me pone a prueba quien se ha dejado su pubertad con el único objeto de coronarse con la camiseta que sudó más de doce años. Sí, desde aquella prueba aprobada en el Parque de las Cruces a la que le llevaron José y Flori. Luego, Israel confirmó en las listas que colgaban de un viejo corcho del Vicente Calderón la nota donde tantas ilusiones quedaban chafadas.

Pero se decidió a probarse fuera de su casa. Encontró acomodo en Liverpool. Asumió su leyenda, no levantó la voz, dejó 36 millones de euros en la cuenta de La Caixa que el Atleti dispone en el Calderón y, con la misma modestia que le acompaña y con escasas lecciones de inglés, cruzó en avión el Canal de La Mancha. Cerezo le despidió temprano en una jornada siniestra para la historia atlética. Otros optaron por tomarse vacaciones. Pero estaban todos los importantes en una despedida funesta, tan negra, que éste fue el color que eligió para vestirse esa mañana. Dieciséis meses después, casi vuelve al mismo lugar. El mismo que ahora le ha invitado al palco es quien meses antes había solicitado su venta. No tan lejos queda un consejo de administración en las oficinas del estadio. El presidente afrutado toma la palabra : “Si es verdad lo del Inter, hay que vender a Torres”. El Inter de Milán está dispuesto a pagar 38 millones de euros. Es el verano de 2006. Nadie lo pelea porque no es la primera vez que lo argumenta. Pero el dirigente levanta la voz. “Este niño no nos va a dar más”. El resto de asistentes mantiene un inquietante silencio. Cerezo encuentra en el vicepresidente García Abásolo un extraño aliado que también aplaude la venta. Antonio Alonso, otro vicepresidente, actúa con tibieza mientras un atlético de corazón como Lázaro Albarracín alucina con el escenario. Miguel Ángel Gil destroza el castillo: “Fernando es intocable. No hay nada que discutir. Es un gran chico, el mejor del equipo y nuestra locomotora comercial. Sigue aquí mientras él quiera”.

Antes de la lesión de Bruselas, Torres se llevó el primer pescozón en forma de sanción de UEFA. Reconocía a Casillas -tan absurda como estéril y falsa la campaña del pique y celos entre ellos- que no jugaría nunca en el Calderón en Liga de Campeones. La UEFA daba marcha atrás mientas el destino traicionaba su deseo con una rotura de fibras. Lo tenía todo medido: no celebraría si marcaba, la llegada silenciosa en el autobús por las calles de Madrid, la entrada por la puerta cero, el abrazo a Alberto Unsaín en la puerta de la caseta local, el choque de manos con Bastón, una sonrisa pícara para el doctor Villalón, una mirada sencilla para su amigo Leo Franco, penetrar en el vestuario ajeno, pisadas por el túnel visitante, subir las escaleras por el foso enemigo y posar en el once inicial con Manu, Alberto o cualquiera de los chicos de la escuela de promesas atlética. Tal y como le sucedió a él en la noche del Atleti-Ajax cuando actuó como recogepelotas.

El Atleti ha querido que esté en el Calderón. Incluso ha trasladado su invitación a Rafa Benítez. El manager del Liverpool ha dado su beneplácito, pero Torres quiere recuperarse cuanto antes para poder estar en la vuelta en Anfield. Ya llegará el momento de recoger la insignia de oro y brillantes que le ha prometido Miguel Ángel Gil. Pasear la bandera del Atleti en la celebración de España cautivó a quienes dudaban de la fuerza de sus colores. Despejó incógnitas y asumió el papel de ser el único representante del Atleti en la Eurocopa. Bueno, también Luis Aragonés. Hoy, sumido en la tristeza, Fernando está en manos de los fisios. Veremos si son capaces de ponerle a tono para poder presumir de ‘red’ dentro de quince días.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

1 - Dice Antonio Sanz que tenía ilusión en volver por el gran recibimiento que iba a tener Torres, pero él mismo sabe que la afición está dividida, pues estaba preocupado por el debate 'aplauso o silbido' y por eso no han concedido entrevistas a los medios, incluidos nosotros, TKT.

2 - También desvela que no le iba a hacer mucha gracia a Torres el emparejamiento.

3 - La decisión de no venir al Calderón ha sido de Fernando, pues tenía el permiso de Benítez.

Todas las impresiones que tenía yo desde hace tiempo, me las ha desvelado Antonio Sanz.

En Anfield estará más tranquilo, y seguro que todos los que viajarán le aplaudirán.

Anónimo dijo...

Pues veo genial que no venga, es de irrespetuoso con el pool venir lesionado a Madrid solo para recibir el aplauso de su ex-aficion convirtiendo en un circo su presencia en el palco y centrando en él el partido cuando lo importante es lo que ocurre en el campo, si el atleti quiere aplaudirle o lo que sea que haga un acto exclusivo para eso.
Otra cosa es que no me fio nada de lo que dice Antonio sanz , porque parece que cambia de opinión según sopla el viento.

de tapadillo dijo...

Pues leyendo lo que cuenta sobre Enriquito Cerezo, ahora entiendo mejor la cara que puso Torres cuando le entregó la camiseta del Atleti en su despedida. Y no me extrañaría que fuera verdad. Sergio Medina le entrevistó una vez en su despacho, y el Guindo le comentó que Torres seguía en el Atleti porque "todavía no había llegado una oferta lo bastante grande. Y me da igual que la afición me reciba con pañoladas: esto es mío y hago lo que quiero". Y el mismo Matallanas dijo en su día que, en febrero del 2006, Cerezo y el vicepresidente insistieron en el Consejo de Administración en que había que traspasar a Torres. Lo que no entiendo ya, es el silecio que Sanz guarda sobre Miguel Ángel Gil (y eso que, al principio, parece que le va a dar estopa). Todos sabemos que el acuerdo con el Liverpool lo cerró él.

Anónimo dijo...

¿No será que Antonio Sanz todavía representa a jugadores que tienen relación con el Calan?
Vamos, para decir que Gil Marín es buen presidente, algo tiene que haber.

de tapadillo dijo...

A juzgar por los cánticos del final del partido, creo que Torres habría sido bien recibido. Por lo menos, por la mayoría de los aficionados.

En cierto modo, creo que lo que Torres quería era tener un momento para poder dedicárselo sólo al Atlético. Recibir la insignia de diamantes y la ovación del público, para después "luchar" contra el Atleti durante 90 minutos... pues le hubiera quitado magia al momento.

Anónimo dijo...

Pues nada, Antonio Sanz y Torres ya saben cómo hubiera recibido el Calderón a Torres. Fuera miedos y ya puede venir tranquilamente al Calderón, porque ayer se probó que todos esos que le critican en Internet hacen mucho ruido en la red, pero son una minoría.

Ahora bien, ayer no se jugaban mucho ninguno de los dos equipos, y de haber sabido esto, el recibimiento a Torres, estoy seguro de que Fernando se hubiera acercado a Madrid.

Jugándose el pase a cuartos, semifinales o la final, y con un partido duro, el 'que se besen' hubiera pasado a otra cosa en la grada, y a lo mejor el ambiente hubiera sido más tenso.

Anónimo dijo...

Eso de que no se juegan nada es un decir porque como al PSV le de por ganar en Marsella y el Liverpool gane en Anfield, la clasificación del Atlético se va a complicar y mucho.. más si tenemos en cuenta que tendrá que jugarsela en el amigable terreno francés.

indi dijo...

No me equivoqué al decir que serían una minoría los que le criticaban. Quizás gente que ni acude al Calderon. Viendo las imágenes de ayer, valen más que mil palabras. Saludos!!