
El otro día charlando con Carlos Fuentes nos comentó su experiencia maravillosa en Liverpool con la excepcional hinchada red, cuando jugó allí el Atleti, sobre todo lo experimentado en The Kop. Reproducimos hoy parte del post que publicó en su momento hablando de este tema.
POR CARLOS FUENTES
Anfield. Tenía uno muchas ganas de ver un partido en Anfield y si le hubieran preguntado a uno por alguna de las cosas que más ilusión le harían en la vida sería cantar un gol del Atleti desde The Kop. Y el martes lo hizo, gracias a un par de tipos con gafas y una señorita con gafas mucho más elegantes que si no se han dado por aludidos en el primer párrafo deberían hacerlo ahora. El que suscribe vio el partido desde la zona local, desde uno de los corners de The Kop, lejos de los suyos. Por extraño que le pueda parecer a alguno, se alegra infinitamente de haberlo hecho desde esa perspectiva.
De Anfield, que es feo por fuera pero bonito por dentro como los kiwis, ya habrán oído hablar bastante estos días. Que si es un estadio mítico, que si se respira fútbol, que si el arco en el que pone This is Anfield, que si The Kop. Esta admiración general puso nerviosos a algunos, partidarios de rebajar el nivel de azúcar en las relaciones entre las dos hinchadas hasta un nivel que no pusiera a la nuestra al borde del coma diabético. Tras lo vivido en Madrid y ahora tras lo vivido en Liverpool se suceden tanto las declaraciones de amor incondicional hacia los reds como las muestras de rechazo hacia una supuesta histeria de fan beatlemaníaco a todo lo que huela a LFC, que lleva a parte de la afición a echarle en cara a la otra media que no se comporten como quinceañeras y se hagan del Everton. Ambas posturas nos parecen bien, como no podría ser de otra manera; eso sí, los que intentamos evitar una concepción maniquea de todo lo que pasa nos limitamos a valorar nuestras propias experiencias, que en el caso del que suscribe no tienen mucho que ver con ninguna de las anteriores.
Desde la llegada a Liverpool uno notó en la gente algo que, como saben, se aprecia especialmente en estos textos: la educación. Educación espontánea y normal, de las de antes, de la que se encuentra poco ya. Los camareros de los pubs, los hinchas locales antes y después del partido, los tenderos del Everton, los taxistas y los pasajeros del autobús compartían en todo caso las ganas de ayudar, de agradar y de hacerle sentir cómodo al visitante, al menos al que suscribe. No hablamos de abrazos rompecostillas ni de regalos conmemorativos ni de invitaciones a pasar las próximas vacaciones con ellos en Playa del Inglés, sino de simple educación, de gracias y porfavores y desdeluegos y de ¿vienen Vds al fútbol verdad? si es así, este es su autobús, yo les avisaré de la parada, disfruten del partido y tengan un buen viaje de vuelta. Uno, que es un antiguo, vive estas cosas con la inocencia del que vive en un sitio donde esto ya no se estila y agradece especialmente esta concatenación de pequeños detalles que le hacen a uno sentirse cómodo y agradecido. Cómodo y agradecido, no menos cómodo que en otro sitio o menos agradecido de lo que ellos deberían sentirse. Cómodo y agradecido, muy cómodo y muy agradecido, sin comparaciones, tan cómodo y agradecido como en otros sitios también, sí, tanto como debería ser siempre, siempre.
Los alrededores de Anfield bullen antes del partido entre coches y colas en los pubs y el horroroso olor de los puestos ambulantes de hamburguesas y patatas fritas, pasos de la Cofradía Británica del Alto Colesterol. En los pubs cercanos, repletos de bufandas y fotos de los héroes locales, no hay quién entre y quien lo hace nota cómo se le empañan las gafas y se le nubla la vista por el malsano aire del interior. Cumplido el rito de la pinta previa, uno entra al estadio pasando antes por el memorial a las víctimas de Hillsborough, un rincón en silencio en medio del follón lleno de velas y papeles con oraciones en el que gusta ver que algún compañero de viaje ha dejado escudos del Atleti y alguna bufanda, el homenaje del que llega al aficionado local que lo está pasando mal, un detalle bonito, otro más..
Situado a la izquierda de The Kop, a uno le llama la atención la mezcla de gente de la grada. Gente de todo tipo, mayores y jóvenes, señoras con bolso y ancianos venerables, muchos indios y pakistaníes, quizás menos de otros grupos étnicos; hinchas locales con poco pelo, tipos en camiseta y otros muy abrigados, también alguno con los emblemas que adornan el Calderón. Gente normal, así, para abreviar, en una grada inmensa que llega desde el campo hasta el extremo más alto del estadio, una única grada gigantesca llena hasta los topes de gente que ve el partido en pie, sin sentarse, de pie por voluntad propia. Acabado el partido llama la atención la impresión que tiene el aficionado atlético, situado en el otro extremo del campo, tras la otra portería. Desde allí no se oye a The Kop, te dicen, sólo se nos ha oído a nosotros, menudo baño de animación les hemos dado.
Uno, que no concibe todo como una competición y no se para continuamente a pensar quién es mejor que quién sino que prefiere alegrarse de que haya tantas cosas distintas, cuenta lo que vivió: y lo que vivió es que The Kop canta y canta, canta al unísono y canta continuamente, canta fuerte como un trueno y entonado como un coro, canta muchas canciones distintas y complicadas, canta más que grita porque canta con mimo y con gusto. Cantan los niños y los enormes scousers en manga corta, cantan las señoras con bolso y los elegantes sikhs con su turbante, cantan cuidando cada canción, cantan todos y cuando cantan You´ll never walk alone hay que ser un tipo muy duro (de oído) para que no se le pongan a uno los pelos de punta.
Llama también la atención en la grada lo mismo que en la ciudad. El vecino de localidad te saluda al empezar y te da la mano al irse, comenta las jugadas y pregunta si lo has pasado bien. Cuando el que suscribe junto con otros tres o cuatro grita el gol de Maxi en medio de la grada rival, los de alrededor te miran tranquilos, y si hablas con ellos te dicen que celebres sin problema los goles de los tuyos, que para eso se viene al fútbol. Cuando el árbitro pita penalti y el Liverpool empata gritan gol como posesos, e inmediatamente después se giran y te dicen no fue penalti, qué malo es el árbitro, pensamos que el resultado fue justo pero no lo fue la forma en que se produjo. Antes preguntan por Luis García, alaban a Torres, se interesan por lo que ocurrió contra el Marsella y se asombran cuando les cuentas que el tío de Luquitas Leiva fue el ídolo de tu niñez. Saben de fútbol, saben de gradas, saben de seguir a su equipo y de representar a su afición en otros sitios. Hablan de respeto y de confianza, de hospitalidad y de agradecimiento. Te hablan de lo bien que lo pasaron cuando fueron a Madrid, te cuentan que hubo un partido entre aficionados en la víspera que acabó con paliza local y montones de pintas pagadas a medias, te cuentan las ganas que tenían de que vinieran los aficionados del Atleti para devolverles la hospitalidad e intentar que pasaran un buen rato. Y hablan, naturalmente, de Torres, y lo hacen con devoción, con la misma devoción con la que la ciudad está empapelada con su foto y se canta su canción y ondea en medio de The Kop una bandera con su imagen, junto con la de los grandes de su historia. Y ante tanta devoción se pregunta uno si aquí le tratamos igual en su momento, si no es normal que el Niño se encuentre tan a gusto en su sitio actual.
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Detalles. Dos últimos detalles que reseñar. El primero, la increíble ovación a Luis García nada más salir a calentar, tan asombrosa como el recibimiento unos minutos después cuando salta al campo, con todo el estadio de pie aplaudiendo los compases de esa canción que habla de su afición a la sangría. El segundo, la preciosa ovación al portero y equipo rival en el segundo tiempo, cuando se sitúan en la portería que queda bajo The Kop. Con cero a uno, con muchos problemas por delante, la afición local ovaciona al equipo rival que puede amargarles la noche, homenajean al los jugadores rivales, que se giran a aplaudirles con cara de no entender nada. El vecino de localidad te explica que siempre lo hacen, salvo al Everton y al Manchester United, y lo dice con una naturalidad que a uno le hace callarse un rato.
Estos detalles, junto con algún otro, le hacen a uno sentir una admiración sincera no ya hacia una afición concreta, sino hacia una forma de entender las cosas, las rivalidades, el deporte. Y es que uno, que es de escuela rugbística y chapado a la antigua, echa de menos que estas cosas no se vivan con más frecuencia. Y no cree que caiga en servilismos y ni histerias de quinceañera por apreciar en otros lo que nos falta a nosotros, o por responder con la caballerosidad de la que uno sea capaz a la caballerosidad de otros. Pero esto, ya lo saben Vds, no es fácil de explicar cuando estamos en casa. Y es una pena, oigan.
12 comentarios:
Que envidia sana el documento
Como me ha gustado leerlo y ahi se ve lo buena gente que son los Liverpurdians
Gracias a Carlos Fuentes por contarlo y a Red por ponerlo
Apuntar esta fecha
9 de Agosto Anfield
Liverpool-Atletico de Madrid
@ Carlos Fuentes y a Red
Muy bien explicado si señor, asi somos en Anfield y en sus calles, yo siempre digo que el que pueda vivir un tiempo el la ciudad del Merseyside jamas volvera a ver las cosas como antes de llegar a nuestra ciudad, YO PARTICULARMENTE NO LA CAMBIO POR NINGUNA OTRA, Liverpool desprende magia y aroma a futbol red, esa ciudad que en su mayor esplendor llego a tener 1000000 de habitantes lo es todo para mi con eso esta dicho todo y el que no la conozca todavia le invito que no tarde en hacerlo seguro que no se arrepentira.
JAMES
Quería preguntar una cosa:
He leído varios artículos sobre la tragedia del 89, pero la verdad es que no me ha quedado muy claro, yo por lo que he entendido se trató de que se estaba cayendo el estadio de Hillsborough, que por lo que tengo entendido, era el estadio del Liverpool, y la gente quería escapar pero había vallas y tardaron demasiado en quitarlas, ¿es así?
Es que yo cuando me enteré me dio muchísima pena, y me quise enterar leyendo y artículos y viendo vídeos... Y la verdad es que es muy fuerte, madre mía, morir asfisiado cuando estás viendo a tu equipo, es muy triste. La verdad es que no me puedo creer que los policías no quitaran antes las vallas...
Y lo que mas me sorprendio fue que la gente se ayudaba aun estando a punto de morir... Eso si que es ser una buena persona y afición.
YNWA 96.
Antía,
el estadio de Hillsborough es el estadio del Sheffield Wednesday.
El Liverpool tenía que jugar allí con el Nottingham Forest porque era la semifinal de la Copa de Inglaterra y las semifinales siempre son en campo neutral.
Aunque el estadio no se caía, era muy viejo y no estaba preparado, como se comprobó nada más empezar el partido, para acoger un evento de este tipo.
Cuando empezaba el partido quedaba mucha gente fuera del estadio y la policía decidió abrir las puertas para que fuesen entrando los aficionados, pero lo hicieron sin dirigir correctamente el tráfico de personas.
Todos los que pasaron lo hicieron a los dos sectores centrales del fondo ocupado por los seguidores del Liverpool.
Estos dos sectores ya estaban llenos por lo que no cabía nadie más.
Como por aquel entonces se pensaba que las vallas eran sinónimo de seguridad, la gente quedó atrapada en dichas vallas y empezó a morir asfixiada.
Con el partido emepezado los propios aficionados empezaron a evacuar el fondo. Y ahí se mostró un nuevo fallo. No había sistema de emergencias. Los heridos eran trasladados en vallas publicitarias, nadie era atendido, las ambulancias no llegaban...
No conozco el dato pero me pregunto cuántos de nuestros aficionados fueron atendidos por médicos o llevados al hospital.
Al final murieron 96 hinchas, muchos de ellos jovencísimos (entre 15 y 25 años).
Después de aquello, no hubo un juicio en condiciones para asignar responsabilidades. Los culpables se fueron de rositas. Y los culpables no son otros que la policía (responsables de la seguridad en el espectáculo), la federación inglesa (organizadora del evento) y el Sheffield Wednesday (propietario del campo).
Y las familias siguen pidiendo justicia.
Además, el periódico The S*n publicó un artículo titulado "La verdad" en el que afirmaba que los aficionados del Liverpool robaron las carteras de las víctimas y se orinaron en la policía (o en las víctimas, esto tampoco lo sé seguro).
Lo único cierto es que los propios aficionados fueron los únicos que ayudaron a las víctimas. Y los demás se quedaron mirando.
YNWA 96
Gracias Juan. Tu me lo has explicado bastante mejor que los periódicos... Ya me parcía a mi que el Liverpool siempre estuvo en Anfield, lo que pasa es que en el Marca solo se dedican a poner la fotito de muchísimos niños aplastados, son unos sinvergüenzas...
Le he mandado el enlace de este artículo a mi hermano, y me ha contestado: "no, si al final voy a dejar de ser de Betis". Es un grandísimo artículo.
Juan, excelente labor didáctica.
Muy buen artículo. Describe a la perfección las horas previas a un partido y el propio encuentro en la grada.
@ Antia.
No dudes jamás en preguntar cualquier aspecto de la historia del Liverpool que desconozcas.
Aquí tienes unos amigos que te aclararemos todo aquello que creas necesario.
Fomentar la cultura y la historia del Liverpool FC, es una de las principales funciones de este blog y de los demás blogs de temática Red. Juan lo ha hecho a la perfección.
Jorge George Olmos.. me puedes decir lo del 9 de Agosto ??
gracias adelantadas.
@mini red
Si por supuesto
9 de Agosto
Ese dia Juega un partido amistoso el Liverpool-Atletico de Madrid
en Anfield como pago del traspaso
eso ponia en el As ayer
Un saludo
quiero ir a anfield ¡¡¡¡ .... me cago en la leche... ¿que hacemos que no estamos organizando algo asi para ya mismo?... con todos los membership que somos se podia mover algo en bloque a traves de alguno de los branch ¿no?... al final voy a tener que emborrachar al lover y pirarnos los dos solos...
Precioso articulo.
muchiiiisimas gracias Jorge-George Olmos.
Muy buen artículo, aunque la foto no es del Kop. Wembley del '71 si no me equivoco
Antia,
"la gente quería escapar pero había vallas y tardaron demasiado en quitarlas"
Era imposible quitar las vallas. Lo sé, porque al ver la gente atrapado, lo intentamos con nuestros propios manos.
Este de Madrid
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