España no es Uganda, porque aquí los azotadores son profesionales. Aquí hay barra libre de palos, y quienes los reparten están satisfechos de su condición de ascensores y enterradores de lo ajeno. España no es Uganda, porque aquí todo depende de sutiles matices. En este país la moda es embarrar el juego, siempre con los tacos por delante, sacando pecho de confundir macarra patológico con ganador compulsivo, jugador tímido con blando y chico prudente con futbolista al que poder despellejar. España no es Uganda, porque en este país, a quien responde a las críticas con educación, silencio y además goles en el campo, le espera una multitud de odiadores dispuestos a ningunear cualquier ejercicio de madurez ante la adversidad, porque ellos reparten los carnés de quién tiene mérito y quien no. Así funciona la primera religión de un país que no es Uganda, pero donde las corrientes de opinión están en manos de una legión de francotiradores que, escopeta en mano y a la vuelta de la esquina, reivindican que las hostias siempre sigan cayendo.
España no es Uganda, porque en este país los ídolos tienen un reconocimiento que no tiene parangón con el que se dispensa en el país africano. Para muestra, un botón: al tercer máximo goleador de todos los tiempos de la selección, al fichaje nacional más caro de la historia y también ganador del Balón de Bronce, se le atribuye la reputación de piernas sobrevalorado, de espantajo poco ortodoxo, de torpe trompicón, de delantero de fogueo y de ser alguien para el que el calificativo de paquete es un eufemismo bastante generoso. España no es Uganda, porque en este país existe la costumbre de señalar una cabeza de turco a la que abofetear sin piedad, un hombre en dificultades sobre el que articular chistes fáciles en la oficina, alguien de quien poder hacer mofa y befa, diciendo que es más lento que el caballo del malo o más blando que el día de la madre. Raúl ha dejado una vacante y este país, que no renuncia al viejo vicio e insano placer de destrozar reputaciones, ya ha encontrado perfecto relevo, porque al fondo siempre hay sitio.
España no es Uganda, es sólo el único país donde el sentido común es el menos común de los sentidos, porque ha construido una sociedad compleja, donde siempre hay tiempo para abrir el debate del doble pivote y el del falso nueve, pero nunca llega la hora de debatir sobre el falso periodismo. España no es Uganda, es un país donde la memoria es frágil y sus ídolos, los que se han ganado un lugar en la historia por méritos propios, están expuestas a un examen diario que raya la paranoia esquizoide. En el caso de Fernando Torres, que ha cometido el pecado de hacer campeona de Europa a España, será así hasta el final de sus días. Por cortesía de los ascensores y enterradores de lo ajeno, cada partido que dispute será una partida de dados demasiado cruel. Si lanza el dado y saca de uno a cinco, tendrá premio: lapidación pública y expatriación, con antecedentes penales, a Uganda. Y si tira el dado y saca seis, Torres volverá a tirar otra vez. No, por desgracia, España no es Uganda.
Rúben Uría
4 comentarios:
Así muchas veces se es en España, que pena.
Me encanta Ruben Uria, y casi siempre tiene razón!! Luna
Fernando! Tu mejor futbolist en el mundo! Toda mi familia y pais ama tu! Tu muy cool! Jo muy quero comunicarse con tu! Fernando, por favor escriba me sobre facebook. Me llamo Marina Maystrova. Por favor, Fernando, escriba!
Más razón que un Santo lleva el Sr. Uría, somos un país experto en despellejar a nuestra propia gente........ un país experto en subirse al carro rapidamente en los éxitos y en tirarse a la yugular en con tal que se dan las cosas un poco mal, en vez de apoyar a muerte a los nuestros y reconocerles para siempre todo lo que nos han dado, que ha sido mucho.
Larry.
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