Te la debíamos

Por ONeiL9

La delgada línea que separa la afición por el Atleti y por el ídolo Fernando Torres es eso, muy delgada, a veces, demasiado. Una línea que se cruza bidireccionalmente sin causa firme, de forma inconsciente pero voluntaria. Una peculiaridad en el mundo del fútbol.

Probablemente el ídolo rojiblanco el viernes 17 de Mayo de 2013 estuviese relajado en el sofá de su casa, rodeado de familia y amigos, disfrutando de una agradable cena y con la esperanza de ver una victoria de “su” Atlético de Madrid. Allá por el minuto noventa y ocho, con el gol de Miranda, quizás tuviese los ojos fuera de sus órbitas y cerca del minuto ciento quince estuviese correteando por la casa como un loco, pidiendo el pitido final. Quizás también se le saltase alguna lágrima al ver el Bernabéu rojiblanco, coronado con nuestro escudo. O quizás ni vio el partido. Pero los rojiblancos prefieren tener la firme convicción de que la primera opción es como el Niño vio la final de la Copa del Rey.

Esta Copa del Rey pertenece a la plantilla rojiblanca, a todo el séquito de equipo técnico que le acompaña y por supuesto, a la afición. Y ahí, en afición, es donde debería estar Fernando Torre.  Debería.

 “…Porque siempre la afición se estremece con pasión cuando quedas entre todos campeón” era el delicioso eco que esa noche acariciaba la noche madrileña. Neptuno esa misma madrugada se engalanaba de rojo y blanco. Hubo consignas para todo el elenco que esa noche hizo vibrar al aficionado. Y una ligera brisa pareció susurrar el nombre Fernando Torres. Si, el de su mejor extranjero, para el pecoso que milita las filas de un club londinense, para el del dorsal nueve. Para él. ¿Cómo era posible?

El propio Cholo Simeone sintió, como le paso a gran parte de los aficionados, que la Copa seria rojiblanca al ver a su ex compañero e ídolo amado en las gradas del estadio de la rivera del Manzanares marcar en la final de la Europa League, verle celebrar su gol con el famoso arquero de Kiko y evocar el espíritu atlético.

Caminos que se cruzan constantemente, ya que no sólo Fernando evocaba, consciente o inconscientemente, el espíritu colchonero. El espigado y rubio delantero recogía el testigo del Atlético de Madrid en Europa. Imposible desligar ese escudo y el nombre de Fernando. Desde que el Niño migró a tierras inglesas se ha cruzado repetidamente en el camino del Atleti. Hay quién creerá en las coincidencias, yo no.

En la celebración oficial del sábado los jugadores ofrecieron la Copa a la afición y su gran capitán, y hablo de Gabi, culminó finalmente a un Neptuno henchido de orgullo, de piedra que a poco sonríe, con la bufanda de sus colores. 

Muchas camisetas con el nueve inundaban los alrededores del festejo, gran parte de ella con un nueve coronado con ese “F.TORRES”. Más no desvariamos ni fantaseemos. Lo importante eran los colores y el escudo de la elástica, no el dorsal… ¿O sí? Si yo la llevaba puesta adrede quizás los demás también. ¿Cómo un niño de unos cinco años a hombros de su padre la podía llevar? ¿Cómo un niño que no había visto jugar a Fernando Torres de rojiblanco luciese el nombre de este en su camiseta? Me falto tiempo para caer en la cuenta de que no era casualidad. Ese dorsal estaba escogido de forma deliberada. ¿Acaso también era fortuito pintarse la cara con las iniciales FT? No.

Debió de picar y avivar recuerdos cuando la megafonía presento al gran y querido jugador Oliver y todos corearon el Torres de su apellido. Una cierta nostalgia incendió las entrañas de los allí presentes por querer corear el Torres de Fernando.

Ese al que llaman el Niño, ese que no dudo en pasear los colores rojiblancos en cada triunfo con la Selección haciendo a todos los atléticos más participes aun de esos triunfos, ese que sin miedo declaró abiertamente cual es su equipo, ese que unos días antes de la final afirmó que quería un triunfo del de rayas. ¿Cómo ignorar esas ganas de brindarle este título? En el fondo, se la debíamos.

Olvidaron que ya no milita sus filas,  olvidaron que ahora es un aficionado más y le convirtieron en parte de la celebración para deleite de los que estaban allí y ansiaban escuchar ese cántico que es droga para sus corazones. Cientos de voces al unísono. De la forma más natural imaginable. Sí. Por unos instantes Neptuno cantó a Fernando Torres. Porque sin quererlo esta Copa ya forma parte de su palmarés de alguna forma. Porque siempre quedará la añoranza de verle levantar una Copa de rojiblanco. Porque la esperanza es lo último que se pierde.

Catorce años de infortunio fueron culminados con una final en casa del máximo rival. Un partido a fuego en los corazones que laten por el Atleti. La Copa más especial que recordarán en muchos años. Una final que los enorgullece aun más de sus jugadores. Pero una final de la que no pudieron olvidarse, no pude olvidarme, de Fernando Torres. El eterno nueve.

@_ONeiL9_

*Las fotos  son tomadas por mi el día de la celebración al igual que el vídeo.