Os dejamos una carta a Fernando que nos envía Marta Camacho:
Querido ídolo:
No sé muy bien porqué te escribo, estoy casi segura de que
no lo vas a leer, pero supongo que necesito poner por escrito todo eso que
cualquier incondicional tuyo querría decirte.
¿Sabes? Esto me resulta tremendamente difícil. Yo no tengo ese
raro don de quien sabe poner las palabras justas a sus sentimientos. Hay muchas
cosas que no le puedes contar a una carta.
Para empezar, el torrismo… ¿cómo explicarlo? Es un
sentimiento que se me escapa de las manos. Siempre fue así, desde que reparé en
ti.
Empezó sin querer, de repente, como todas las cosas bonitas
que pasan en la vida. Al principio era simple admiración por encontrar a alguien
diferente en el fútbol. Luego fue creciendo poco a poco, sin prisa, a medida
que te veía jugar o leía tus entrevistas. Veía tu ilusión, tus carreras, tu
humildad, tu pasión y tu sonrisa, Fernando, y me ganabas un poquito más cada
día. Le habían puesto una camiseta enorme a un niño que, mira por donde, jugaba
a fútbol como los ángeles. No te asustabas ni lo escondías. Se ve que hay gente
que nace valiente. Te echaste a la espalda un equipo histórico con un orgullo y
una entrega raramente vista. Tal vez debimos saberlo en ese entonces, que ese
niño estaba condenado a ser algo más que un jugador de fútbol y nosotros a
seguirle allí donde fuera.
Ahora fíjate, eres como parte de mi familia, te has hecho
ese hueco en mi corazón y no tienes la menor intención de salir de ahí, por lo
que veo. Esa camiseta que te dieron se te ha quedado pequeña. Ya no eres un
niño, sino El Niño, nuestro niño, ese que nos hace soñar cuando toca el balón y
que nos entiende mejor que nadie porque, afortunada o desafortunadamente,
siente como nosotros. Eterno 9, eterno capitán.
Para mí el torrismo es el sentirse identificado con un
jugador que lucha a contracorriente, que se levanta más fuerte de cada caída,
que se enfrenta a todos y todo y aún así sale ganando. Es ese brillo en los
ojos que se nos escapa cuando le vemos a alguien tu camiseta y sabemos que ese,
ese es de los nuestros. Es alegrarnos con tus victorias y entristecernos con
tus derrotas aunque ni siquiera juegues en nuestro equipo. Es esos gritos,
celebraciones, risas e incluso bailes espontáneos que no podemos disimular cada
vez que te vemos marcar. Es empeñarnos en defenderte hasta la saciedad aunque
tú solito lo hagas mejor que nadie.
Ser torrista es, para bien o para mal, no poder evitar que alguna
parte de nuestra felicidad lleve tu nombre y apellido. Qué cosas, lo que nos
faltaba ya. Y qué felices nos haces, Fernando, de verdad.
A veces nos dicen que no estamos muy bien de la cabeza y a
mí me hace mucha gracia. Qué sabrán ellos, si eres ejemplo de vida… bendita
locura.
Los torristas somos esos que vamos a estar ahí siempre, no
lo dudes ni un segundo. Somos esos que no dudaremos en ofrecerte la mano aunque
no te haga falta, que nos hartaremos de buscar links horribles en Internet para
ver tus partidos con fatal calidad hasta el día que decidas volver a tu Atleti,
tu casa, esa de donde nunca te deberían
haber echado (supongo que al final hemos entendido que hay cosas irremediables…
y otras imperecederas). Somos esos que hemos tragado banquillo contigo,
entrenadores perdidos y fuera de lugar, burlas, malas rachas, críticas… y los
que volveríamos a hacerlo mil veces más si hiciera falta.
¿Que por qué? Porque un camino no sería lo mismo sin
espinas, será que lo difícil tiene un sabor especial. Por eso que explota
dentro de nosotros cada vez que marcas un gol, imagínate con todos los que
llevas. Por el esfuerzo, la lucha constante, el trabajo duro, por ese no darse
por vencido jamás de los jamases, por las ganas, la calidad, por los sueños
cumplidos, los títulos, los premios y reconocimientos. Por el orgullo, Fer, el
orgullo inmenso que es tenerte como ídolo. Por ser nuestro ejemplo, nuestra
fuerza, por eso de “si algo he hecho en la vida es no rendirme nunca” que nos
acompaña en nuestros momentos más duros. Por ser nuestro aliento y nuestra
esperanza. Y por los partidos inolvidables que hemos vivido contigo. Por los
golazos, las miles de bocas calladas una y otra vez, las millones de sonrisas
que nos has sacado, por los puños al aire con furia, los abrazos con
desconocidos y por las lágrimas, esas que son mezcla de tantos sentimientos que
solamente tú puedes hacernos derramar y que, pese a todo, saben tan bien.
A lo mejor te preguntas por qué te hemos elegido a ti y no a
otro, pero es que créeme, tú no eres uno
más. Nunca lo fuiste.
Hay jugadores, bastante buenos, que se esfuerzan toda su
vida para llegar lo más alto que puedan.
A veces lo consiguen. Pero luego están los elegidos, los que tienen ese don que los hace brillar
por encima de los demás, los superclase, esos llamados a tumbar imposibles y
batir récords. Tú eres de esa especie, aunque algunos se empeñen en negarlo. Y
tu destino, ese que vas escribiendo, lleva a la gloria destinada a los grandes.
Dicen que nacimos para ser impresionantes… que te lo digan a
ti.
No hay más que mirar a nuestro alrededor. Pocas veces
alguien es capaz de generar opiniones tan dispares. Unos te veneran y otros te
tienen una envidia enfermiza, pero ya sabes que el mundo es madridista... Ni
caso, ya está visto que así es como tratan a los que han derrotado gigantes.
Desagradecidos.
Y por cierto; bicampeón de Europa, campeón del mundo, la Champions, la Europa League… Madre mía, se
dice tan rápido. Sencillamente increíble y totalmente merecido. Una leyenda.
Inimaginable.
¿Cómo sienta, Fer, eso de que tu vida real supere a tus
sueños más inalcanzables? Debe de ser maravilloso, la verdad, y me alegro mucho
por ti. Te lo has ganado.
Me gustaría saber cómo te sientes cuando recuerdas esos
grandes momentos. Como el gol de la final de la Eurocopa 2008, el
Calderón al completo cantándote al fallar un penalti, la copa del mundo en tus
manos con una bufanda del Atleti y Neptuno al fondo, el hermanamiento de la
afición red y la rojiblanca, el gol que le regalaste a Mata en la Eurocopa 2012, el gol al
Madrid en Champions…; pero supongo que ese tipo de cosas lo mejor es guardarlas
muy adentro, directamente en el corazón. ¿Cómo ponerle palabras a algo así? ¿Cómo
coger las estrellas con los dedos? Pues bien, así me siento yo escribiéndote
esto. Complicado, ¿eh?
Y ahora, me toca confesarte que mi admiración no viene sólo
por tu fútbol. Los superclase no es que sean muy numerosos, pero hay más.
Lo que yo admiro realmente es la gran persona que eres y el
hecho de que nunca hayas dejado de serlo. Desde que debutaste a los 17 hasta ahora, has seguido siendo el mismo
chaval íntegro y cabal de siempre, aunque con algunas batallas más a las
espaldas. Algo asombroso para alguien como tú, que ha llegado a la cima del fútbol
e incluso ha hecho historia en él.
Menuda vida la tuya, menudo sueño… pero tú sigues con ese brillo distinto en la mirada, una sinceridad y una determinación
de otra dimensión y al alcance de muy pocos. Asumes
tu responsabilidad con todas sus consecuencias, para ti no existen las excusas,
tu destino te pertenece. Rebosas humildad, educación y respeto por todos lados
incluso con pocos motivos para hacerlo. Y cada vez que te oigo hablar
pienso que es increíble la fuerza que tienes, la valentía que demuestras.
Tienes algo especial.
Después de todo solo puedo darte un gracias enorme por
entrar en mi vida y enseñarme tanto aunque ni lo sepas. Por ser ese clavo al
que agarrarnos, por evitarnos bochornos históricos. Gracias también por esos
gestos que solamente tú puedes tener, por hablar en el campo por todos nosotros, por
la pasión que nos contagias y por tantas y tantas cosas.
Mil gracias por ser mi luz en la oscuridad, esa luz que
permanece encendida cuando las demás se apagan. Siempre, sin fallarme ni una
vez.
“Post nubila, phoebus”, nosotros no lo olvidamos.
Como bien escribieron hace tiempo y espero que hayas leído,
“nosotros, que somos de Torres, lo que estamos es eternamente agradecidos”, no
sabes cuánto, de verdad que no lo sabes… Hay muchas cosas que no se te pueden
pagar con nada. Yo, hoy, te regalo mis palabras.
Por último te pido una única cosa: no dejes que nadie te
cambie jamás, por favor, que no se te apague la sonrisa; porque eres de esas
personas especiales que el mundo necesita, de esas que lo hacen un lugar mejor.
Y esa, Fernando, es la tarea más difícil de nuestras vidas.
No dejes nunca de alumbrar.
Te quiere,
Una torrista
Marta Camacho