El sábado pasado nos sorprendía a todos la muerte de un un gran entrenador y para muchos gran persona. Desde ese día no han parado de haber homenajes para el en periódicos, revistas deportivas, blogs, etc.
Todos sabemos lo importante que fue Luis para nuestro ídolo, Fernando Torres. Y por eso hemos recogido dos párrafos de un artículo de ecosdelbalon que hace referencia a esa etapa en el Atleti, donde el "niño" apenas empezaba.
Mientras peleaba por devolver al equipo de su alma al sitio que le correspondía, Luis libraba otra batalla de relevancia histórica. Un chico llamado Fernando Torres, de 17 años de edad, había aterrizado en el universo Atlético con la fuerza de los grandes fenómenos sociales. Esta aparición suponía un nuevo desafío para Luis, pues la enorme diferencia generacional a priori podía significar una barrera insalvable. Una vez más, quedó de manifiesto que el fútbol no tenía secretos para el de Hortaleza. Luis manejó la relación de manera sobresaliente. Fernando disputó 36 partidos de 42 pero en ningún momento sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Para ello, Luis empleaba a menudo una treta que no gustaba nada a la joven promesa: sustituirle allá por el minuto 60 de cada partido. Para el recuerdo queda la anécdota vivida aquel 20 de abril de 2002, en campo del Polideportivo Ejido. Tras recibir una tarjeta amarilla al minuto diez de encuentro, Torres comenzó a sufrir la dureza de un rival que buscaba desquiciar a ese niño tan descarado. Cansados de su insolencia, el Poli Ejido implicó al novato en una tangana sin más objetivo que la segunda tarjeta amarilla, pero Luis, viejo zorro, reaccionó a tiempo. Minuto 42, fuera Fernando Torres.
Fue una semana ajetreada. Los medios recogieron el enfado de Fernando, molesto por haber sido sustituido antes de lo que era frecuente. Claro que a Luis todo eso le daba igual. Aquel cambio programado llevaba implícito una lectura más amplia. Aragonés no quería que ese crío, destinado a ser leyenda colchonera, tuviera que lidiar con amarguras impropias de su edad. Suficiente tenía con haber conocido un Atlético en Segunda. Los minutos finales de partido, aquellos en los que se reparte el jornal, debían ser para los asalariados del club, desprovistos de todo vínculo emocional. Luis sabía que no tardaría en llegar el día en que a Torres le tocaría cargar con toda la entidad sobre sus hombros, estuviera o no preparado. Cuando ese momento llegó, Fernando miró atrás y fue consciente de todo lo Sabio que podía resultar su abuelo. Durante siete años Torres fue más de lo que un futbolista puede llegar a soportar. De la noche a la mañana, a Fernando le había tocado ser la bandera de la ilusión de un club mermado en lo deportivo pero con la exigencia intacta. Una mochila muy pesada, la misma que Luis quiso aligerar el máximo tiempo posible.
3 comentarios:
Muy bonito artículo. Merece la pena leerlo entero, uno de los mejores homenajes que se han escrito a Luis Aragonés.
Dejando aparte lo obvio que todo español le debe a este hombre, por no hablar ya de atléticos, los que además somos torristas le debemos un poco más si cabe. Lo que cuidó de Fernando en su día, lo que le enseñó, nunca lo vamos a valorar lo suficiente. Aún sin que nadie lo supiera, ni el propio Torres quizá en su momento. Lo quiso como pocos o ningún entrenador hace, está claro.
Gran parte de lo que hoy es Fernando se lo debe a él y solo a él. De verdad que no le puedo estar más agradecida a este hombre.
Totalmente de acuerdo Marta.
Totalmente de acuerdo Marta.
Publicar un comentario