Fernando José Torres Sanz, 32 años, natural de Fuenlabrada. El marido de Olalla, el nieto de Don Claudio, el amigo de Petón, que no es lo mismo que ser representado por Petón. El padre de Nora, Leo y Elsa. Fernando Torres, el niño del Calderón, que no de la Peineta. Ese chaval con pecas que tuvo que abandonar al equipo de su vida por culpa de la mala gestión de sus dueños, ese chaval que llevaba la rojiblanca y su escudo fundido en la piel allá por donde iba, dejando una estela rojiblanca ya fuese en la Premier o La Roja.
Fernando, amigo de sus amigos, un buen hombre y excepcional futbolista, de los mejores que ha dado el balompié español, dejando a un lado los celos, recelos y dimes y diretes del pseudoperiodismo deportivo español.
Un ganador silencioso, un goleador exquisito que, como tal, marca goles que valen títulos, algo que muy pocos futbolistas consiguen tras dilatadas carreras y cuentas corrientes multimillonarias basadas en poses y goles a equipos menores.
Fernando Torres, el de lo más de 100 goles con el equipo de su vida (103 a día de hoy y lo que le queda). El de los más de 268 goles como profesional de este juego, que cada vez entiende más de estadísticas y menos de pasión y amor por unos colores.
Fernando, el chavalín que en Brunete apuntaba maneras, el que en la rojita ganaba europeos junto a su amigo Andrés y José Antonio. Fernando, al que casi venden al Valencia en edad juvenil, el que compartió vestuario con su idolatrado Kiko cuando al arquero jerezano apenas le quedaban ya flechas en su aljaba.
Ni una palabra más alta que otra, ni un mal gesto, el que se emociona cuando se le habla, cuando habla, cuando hablan de Luis Aragonés.
Torres, el que tiene que aguantar día tras día las críticas de todos aquellos que dicen que está acabado, de los que se mofan de él por haber dicho no a Real Madrid y Barcelona. Porque la prensa deportiva de este país nunca entendió a Fernando, más allá de que, gol a gol, demostrase que era una de los elegidos. No le perdonan que sea un tipo normal, nunca se lo perdonaron, ajeno a excentricidades y a caer en el trapo, en estos tiempos de Periscope y bufandismo.
Torres, Fernando. El que no quiere retirarse de esto sin haber probado la miel del éxito en forma de título con el club de sus amores y sabe que este año, de la mano de su amigo, de su entrenador, del Cholo, puede volver a alcanzar la gloria en su casa, en su equipo, en su hogar.
Fernando Torres, el de Fuenla, porque muchos niños se hicieron del Atleti gracias a él cuando este equipo se arrastraba por los campos en tiempos de Patos Sosas y Nikolaidis, él mantuvo la ilusión de todos, luego esa ilusión permaneció fuera del Manzanares gracias a él, ahora quiere refrendarlo con sus últimos goles para la parroquia colchonera.
Fernando Torres, el rojiblanco.
colchonero.com
1 comentario:
Más claro el agua, no lo han podido expresar mejor. Uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol español.
Añadiría que sobretodo lo que muchos no le han perdonado es que fuera él el que marcara el gol que lo cambió todo.
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